jueves, 30 de mayo de 2013

Alhucemas a Annual


Alhucemas a Annual

Annual es una palabra extraña que evoca en los españoles un estremecimiento triste y remoto. En el pueblo de ese nombre, perdido en el Rif, se fraguo una desgracia militar que costo la vida a muchos jóvenes nuestros en los calores de 1921.


Hace tiempo que quería conocer estos parajes y ha sido esta mi primera llegada a lomos de mi bici y luego de sudar una pedregosa y larga cuesta desde el mar.

Pero la mañana ha sido llana y empujada por la brisa de poniente. He recorrido por su borde la larga bahía de Alhucemas hasta que a mi espalda ha desaparecido la ciudad en el promontorio al extremo oeste y entonces he serpenteado por un desierto gris y nuevo con bordes cortados por el viento y la erosión. La soledad de 60 kilómetros sin pueblo alguno ha hecho que me detuviera de tanto en tanto a confirmar la ruta.


Al mediodía he virado al sur y he empujado por las colinas que reptan hacia Annual. Extraños pensamientos de la guerra remota cuando en mis ojos solo se dibujan los colores apacibles de la primavera en el Rif: trigo casi branco, flores lilas semejantes a la lavanda y el ocre rojizo del terreno esperando la quemadura de sol que le espera.

Al comienzo de la tarde solo se oye el viento. Me detengo, bebo alguna cosa, converso a parches de francés y español con los jóvenes y me aseguro que el recuerdo de la tragedia solo pervive en quienes siguen leyendo libros de historia.